El verdadero artífice de la introducción de la fiesta de «Les Calderes de Sant Antoni» en Oliva fue párroco de Sant Roc, Antonio Montagud Garrido a mediados de los años 40. era un sacerdote de espíritu cultivado, celoso de su deber y muy en sintonía con la corriente pastoral de su época, según se indica en el libro «Sant Roc d’Oliva. Apuntes históricos», de José M. Domínguez y Francisco Pons. Uno de los primeros objetivos que puso en marcha era la revitalización de la Escuela Nocturna que había fundado su antecesor. Para ello habilitó el domicilio de Isabel Morera en la calle Ermita y con la colaboración de algunos feligreses voluntarios dedicó esta escuela a obreros. Se inscribieron quince muchachos entre los 12 y 15 años a los que impartió cultura general y principalmente música. Sólo permaneció durante dos cursos.
Oliva renova el conveni amb la Federació de Moros i Cristians per 41.000 eurosLa década de los años 40 del siglo XX estuvo marcada por la escasez de alimentos, con el hambre y la desnutrición acechando siempre a las familias más pobres de la localidad. En aquella época, al párroco Antonio Montagud se le ocurrió, como paliativo, más testimonial que eficaz, llevar a cabo las que denominó «Calderes de Sant Antoni del Porquet». Fue sobre el año 1947, es decir hace ahora 70 años. Esta actividad incrementó la popularidad de la fiesta en el barrio.
El CA Safor logra dos medallas de oro en el campeonato provincial individual U12Cada año se nombró a una comisión de festeros que arrancaban sus actividades pidiendo a domicilio modestas cantidades, para la elaboración las «calderes». Con la debida antelación, además, se sacrificaba a un cerdo, por el que emulaban los carniceros de la barriada. Y con todos los productos recibidos se guisaban las patatas con los principales ingredientes de la carne, las patatas y el arroz.
Dos detenidos por cometer atracos en Cullera, Xeraco, la Valldigna, Alberic y XàtivaSegún rezan las crónicas de la época hubo años en que se llegó a guisar hasta un total de doce calderas, dando para comer a unas doscientas personas, con la reserva siempre de una caldera para la Residencia de Ancianos o Asilo y otra para las Clarisas. Los animadores de la fiesta fueron Antonio Riera Mena y Bautista Orquín, y con gran ilusión y tenacidad estas primeras «Calderes de Sant Antoni» siguieron guisándose en el domicilio de Isabel Morera hasta que consideraron que había un mejor nivel de vida general y dejaron de hacerse en el año 1.968.
La fiesta se recuperó en 1999, por lo que este año celebran el vigésimo aniversario desde que volvieron a organizarse.